La complicidad entre Yoyo Deville y la repostería, empezó a comienzos de los 50 cuando muchos de nosotros no habíamos siquiera nacido. Lima era una ciudad de otros ritmos y de espectaculares postres que jamás olvidaban los mejores ingredientes. El reloj fue corriendo y la enorme pasión puesta por ella en cada creación, se fue transformando en el referente limeño de los dulces finos y las Bolas de Oro. Sea en ocasiones especiales como bautizos, primeras comuniones, matrimonios y aniversarios; o simplemente en cumpleaños y reuniones familiares, en los que se desea engreír el paladar y endulzar a la nostalgia.
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